Marcela Inda

Sobre ruedas

Cómo cambia la perspectiva. La manera de mirar. La mirada. Según lo que nos ande rondando la cabeza, según el run-run interno que nos esté carcomiendo en ese momento vital. Vemos o no vemos. Miramos esto o aquello.
Hace un tiempo, sin darme cuenta, empecé a mirar, mientras caminaba, por la ventanilla de los autos estacionados, al interior de los autos: más específicamente, la palanca de cambios: manual, manual, manual… Igualito que un obsesivo cuenta los postes de luz, o las patentes pares, yo chequeaba vehículos, buscando mi automático. Sin querer queriendo.

Seguir leyendo
Standard
Marcela Arza

Sabor de reyes

Los ojos redondos exultantes, para afuera se le ponían. Nos hablaba con las manos marcando cada detalle. Estaba tirado en la cama viendo Bonanza en la tele, en la pieza de sus abuelos, estaba. Dice que jugaba con la peineta de la abuela como si fuese el caballo. Y estaba ahí, esperando que lo llamen a comer. Y dice que él sentía el olor a tuco. Sentía olor a nuez moscada, a la provenzal. Y en un instante un ruido, y las manos le temblaban raro, dice que miró la tele y un piiiiiiii le empezó a sonar adentro de su oreja, miraba y no escuchaba al pequeño Joe hablando con sus hermanos Hoss y Adam, ni a su padre Ben. Sólo el piiiiiiiiiiiiii.

Seguir leyendo
Standard
Marcela Inda

Acto fallido

Tuve mi primer acto fallido en euskera. O sea, el primero que registré.
Me di cuenta de mi fallido, de cómo el inconsciente se me coló en el lenguaje, por primera vez en esta lengua que habito ahora.
Escribí un mensaje y puse una “z” en lugar de una “s”. Sólo después de mandarlo me di cuenta. Un buen rato después. No daba borrarlo. Hubiera sido peor.

Seguir leyendo
Standard
Marcela Inda

Amores como el nuestro

Amores como el nuestro cada vez hay menos… En los muros casi nadie pinta corazones… Ya nadie se promete más allá del tiempo… Un amor como el nuestro no debe morir jamás…

Los Charros sonaban en la radio desde algún rincón de la cocina. El dial olvidado en la am local. La cumbia insistente, una tras otra. No había programa, las noticias habían pasado hace rato. A la hora de la siesta no quedaba nadie, ni en las calles ni, se ve, en la radio. Sólo un compilado de cumbias, que otro día la hubieran hecho tararear un poco, cantar los estribillos… Pero hoy no. Planchaba masticando bronca.

Seguir leyendo
Standard
Marcela Inda

Tarde o temprano

Soñó que llegaba tarde.

Y a pesar de las prisas, no podía dejar de hacer un montón de cosas que se suponía que tenía que hacer antes de salir. Y entonces cada vez llegaba más tarde, como en una película en la que no hay escapatoria. 

La sensación de estar dentro de un mecanismo del que, por más esfuerzos que se hagan, no se puede escapar, porque hay una fuerza superior que nos arrastra en una dirección y allá vamos. Tarde, muy tarde. Y nadie la ayudaba. Enredada. La acción más simple le era costosísima: vestirse, comunicarse, avanzar… El barro del que está hecho el suelo de los sueños, su carácter trágico… El pathos ineludible.

Se despertó.

Seguir leyendo
Standard
Victoria Sarchi

Tiesa

Su cachetada me dejó sorda. La palma sobre el cachete, los dedos contra el oído, todavía retumba el zarpazo que me entregó feliz, como si yo lo hubiera pedido. Me sentí tiesa, como si me hubieran puesto en pausa desde algún control remoto universal que alguien con un aburrimiento mortal maneja desde alguna casa cercana. Una rojez que se asoma poco a poco por mi cara como manchas de petróleo en un mar turquesa.

Seguir leyendo
Standard
Marcela Inda

¿Dónde vivís?

Recorro la ciudad en transporte público. Voy y vengo. Bondi. Tren. Subte. Una línea y otra. La vida en movimiento. Llevo y traigo. Subo, bajo. Hago combinaciones. Conozco nuevos barrios. Llevo veinte años viviendo en esta ciudad y todavía hay calles por las que nunca pasé. Me gusta por momentos sentirme un poco perdida. Como si fuera una extraña en mi propio lugar. Después el bondi vuelve a la avenida y me ubico. Trazo líneas imaginarias en un mapa mental que se hace cada vez más amplio, detallado y enredado.

Seguir leyendo
Standard
Marcela Inda

De casa al trabajo (y del trabajo a casa)

De mi casa al trabajo (y del trabajo a mi casa), la mayor parte del camino voy al lado de un río, el Oria. Me contaron que hace años era el río más contaminado del país (¿cuál país? Bueno, eso lo dejo para otro día). Parece que las industrias (papeleras que abundaban, por ejemplo) vertían sin control sus porquerías y no vivía nada en esa podredumbre. Ahora la situación es muy otra, el Oria que yo conozco tiene peces y pájaros, buena señal.

Seguir leyendo
Standard