Marcela Arza

Forma sillón

¿Querés seguir viendo?

¿Seguís ahí?

 Y yo estiro la mano y acepto. Acepto ser zombie de realidades falsas. Acepto mi cuerpo en forma sillón. Acepto que te guste y que te alimentes de mi descompostura corporal. Esnobismo de causas nobles. Sos Mc Donalds, Starbucks, Blockbuster. El sistema actualizado a lo que funciona. El paraguas que se vende en Callao y Corrientes, una mañana lluviosa. Sos el llanto desconsolado ante un ex que se queda callado del otro lado. Forma sillón. Miro. Miro. Miro. Te hiciste cargo de ser lo cotidiano, te pagamos para eso. Para ser lo obvio, el día llueve y ahí estás. Sábado a la noche, y ahí estás. Lunes, cuatro de la mañana, y ahí estás. Maratón zombie en forma sillón. 

Te odio, Netflix. 

Te odio. 

Te odio por lo que soy cuando te veo. Por creerme parte de tu serie pochoclera que usa el momento a su favor. El caretaje a un click de distancia. Y yo me creo parte. Lo intento.  Y me soy esa chica que el novio es un psicópata, o aquella que es viuda y tiene que superarlo o la que murió y revive una y otra vez. 

Esnobismo de causas nobles.

Soy la víctima liberada, porque víctima al fin me hacés, me pensás; y a tu forma me pierdo en la mía. Y van ocho horas y no hice nada de lo que tenía que hacer.  Y tampoco sé, qué era eso. ¿Cuándo te volviste lo normal? El tiempo pasa y sigo en una forma que no se modifica, apenas estiro el brazo y acepto. No hago nada. Sólo soy la que mira. Te odio. Te odio como al cigarrillo de la mañana. Compré un teléfono inalámbrico porque en “Sara”, Sara, en un capítulo remodela su casa, como prueba de remodelarse a ella misma, porque ese es el capítulo que viene después del capítulo en que Sara lo ve a Dylan besándose con Linda. Y ahí a ella se le rompe el corazón y se encierra en la pieza, en la cama, a oscuras. Llora. Duerme. Tiene una pesadilla: se ve a ella misma muerta, sola, en un cajón sin nadie que la despida. Se despierta con hambre. La heladera está vacía. Sube al auto y sale a comprar. Llega a una gasolinera. Compra leche y chocolate.  El que le vende la leche, un hombre grandote con una cicatriz en la cara, le pregunta si quiere cargar nafta y ella le dice que no necesita. Y ahí, imagen del auto. Sucio, destartalado y el de la cicatriz le dice “un auto lastimado no funciona. Por suerte existen los talleres”. Tiempo. Él se ríe tanto, que el maní que come se escupe por los aires. Ella sonríe y sale. Una metáfora dudosa, Netflix. Tampoco la entendí y Sara, menos. Pero, a la mañana siguiente ella se despierta renovada. Ordena su casa, cambia de lugar los muebles, todo se vuelve “lindo” y llama a los amigos nuevos que tiene. 

Suena Bowie. Eso sí, siempre sos el Mtv de las series. 

Se peinan, se prueban distintos vestuarios. Salen de la casa, y van a un bar. Se emborrachan. Ríen. Y ahí lo ve, a Dylan. Él sonríe cuando la ve. Ella toma coraje, y va hacia él. Él abre los brazos. Bowie al palo. Y en cámara lenta, desde la mirada de Sara, desmayo y a negro.  Cuando abre los ojos, Dylan le está soplando en la cara. Próximo capítulo. 

¿Querés seguir viendo? ¿Seguís ahí? 

Moví los muebles de lugar y me compré el teléfono inalámbrico. Lo compré inalámbrico para caminar por la casa mientras hablo. Pero no suena, Netflix. No suena. Solo suena tu presentación, chan, chan. El sonido que me coloca forma sillón. Zombie. 

¿Y a quién podría llamar yo?  

Sos el tequila que te tomás mientras te ponés la campera para salir del bar que ya está cerrando, Netflix. ¡Ya está cerrando! El tequila que vomitás cuando entrás a tu casa. Que vomitas en el living y que pasan los días y no lo limpias porque te recuerda lo que sos, fuiste y serás. Me restas tiempo, a tu forma. Porque a vos el tiempo te sobra, pero a mí no. El bar ya cerró, Netflix. 

Standard

3 Comentarios sobre “Forma sillón

  1. China dice:

    Quiii?? En este momento no me hagas pensar que Netflix también es malo….
    Aunque en el fondo lo sabemos y nos mentimos para “pasarla bien”

Comentarios cerrados