Marcela Inda

Será la primavera

Estaba “des-ejercitada”. No sé cómo explicarlo (y ella tampoco). Fuera de training, algo así. Marmota, dormida, un poco despistada. Muy concentrada, pero en otras cosas, vaya uno a saber en qué. Allá iba, con sus quehaceres y sus demases. Sus bemoles y sus vaivenes. Iba y venía. Pero no se enteraba. A su alrededor pasaban las estaciones, las cosas, las personas, los trenes…

Y entonces pasó. Pasó lo que tenía que pasar. O, mejor dicho, empezó a pasarle algo que hasta entonces le pasaba, pero le pasaba desapercibido. Y comenzó a anoticiarse. 

Primero fue algo muy sutil, como cuando algún insecto se te posa y te camina en la piel de una extremidad y lo espantás sin mirarlo. Listo. A otra cosa.

Pero después, y de las formas más inesperadas, de improviso, algo la sorprende, le suena raro al oído, la desconcierta. Ríe. No entiende. Pero entiende. Y se pone colorada. Y sigue, intenta seguir con sus idas y venidas, con sus quehaceres y demases. Aunque dentro de su cabecita, de sus vísceras y en la piel, sobre todo en la piel, una sensación nueva y antigua se le enreda, la marea, la desconcentra. ¡Por fin! Era hora.

Se confunde el camino cuando va a la panadería, qué boba, piensa y se ríe con ruido. Le pasan esas cosas todo el tiempo. Y, como si el oído se hubiera despertado de una larguísima siesta, empieza a escuchar.

Es como si hubiese dejado de ser invisible. Bueno, si se lo pone a pensar, nunca se había sentido invisible, pero ahora nota la diferencia: se está materializando. Va y viene. Por momentos, es la ella de siempre, la de antes, la ella previa a esta suerte de desborde. Por otros, es materia viva, receptáculo, con miles de sensores alertas, desplazándose en un territorio de contactos disruptivos. Y vuelve a la transparencia. Y se materializa. Y así. Idas y venidas. Cuando viene, se siente más parte del mundo, por así decirlo. De este mundo. Y, al mismo tiempo, no sabe caminar en él. 

No tiene idea de cómo sucedió, pero ahora está metida en un lío. Algo debe haber pasado dentro suyo, algo que salió a la superficie. Algo que brilla y se nota. Algo que llega a encandilar, y ella se entera porque se lo dicen. Y entonces, ya no se sabe a sí misma. Abismo, acantilado. Sin embargo, y para su sorpresa, va sin miedo esta vez, tropezando, torpe, pero sin temor alguno. 

¿Será la primavera?… Será su primavera.


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4 Comentarios sobre “Será la primavera

  1. Lea dice:

    Qué lindo, poder renacer como lo hace la naturaleza en primavera. Cómo esa distracción- inconsciencia de sí misma se corporiza y sale a la vida.

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