Marcela Arza

Sabor de reyes

Los ojos redondos exultantes, para afuera se le ponían. Nos hablaba con las manos marcando cada detalle. Estaba tirado en la cama viendo Bonanza en la tele, en la pieza de sus abuelos, estaba. Dice que jugaba con la peineta de la abuela como si fuese el caballo. Y estaba ahí, esperando que lo llamen a comer. Y dice que él sentía el olor a tuco. Sentía olor a nuez moscada, a la provenzal. Y en un instante un ruido, y las manos le temblaban raro, dice que miró la tele y un piiiiiiii le empezó a sonar adentro de su oreja, miraba y no escuchaba al pequeño Joe hablando con sus hermanos Hoss y Adam, ni a su padre Ben. Sólo el piiiiiiiiiiiiii.

Seguir leyendo
Standard
Marcela Arza

Ramo de rosas, gerberas y tulipanes

Fue ver la escena más triste de mi vida, la despedida de dos amantes, mejor dicho, la despedida de alguien con algo que se estaba apagando, que los días hacia flashear de tiempo rápido y asesino. Apenas vi eso, salí. El nudo de la garganta te hace ser rápida. Crucé el puente con el dolor de querer llorar mucho. Te mandé un mensaje. Era muy temprano. Caminé despacio por la Avenida Cabildo, me detuve a mirar vidrieras buscando algo que sea más importante que el nudo y el dolor y todo, todo lo que pasaba. Me contestaste a la hora, que vaya, que me esperabas con el desayuno. Caminé sin cansarme nada. Que espanto. El contador de pasos del celular me felicitaba con aplausos por mis victorias en kilómetros, y yo que con bronca y dolor sólo cruzaba sin mirar los semáforos, cerraba los ojos y volvía una y otra vez a esa triste despedida.  

Seguir leyendo
Standard
Marcela Arza

Manantial de llanto despedida

Tres Whiskies nos tomamos esa noche. Yo no tomo Whisky, te dije. Y tres Whisky me tomé. 

Aunque lo sabía, aunque ya tenía en mi mente todo posible escenario, sonó el teléfono. Seco y rápido mensaje. De pronto me estaba lavando los dientes para salir. De pronto me había cambiado sin darme cuenta. Había avisado a un par. Tardé en ponerme las zapatillas, por los cordones. Mi gato me comió los cordones hace un tiempo y no los cambié. Hace unos meses. Creo que hace 4 meses. Me subí a un taxi y le dije la dirección.

Seguir leyendo
Standard
Marcela Arza

En mi casa

La nariz alargada, con la pera redondita. Nariz alargada y grande. Boca de labios finos. Está observando directo la puerta. Su torso, apenas, fantasea un brazo. La cortina de caireles ahí ya no me deja ver, la descuelgo y la apoyo en la cama.

 ¿Cómo no lo vi antes? ¿Cómo vivir con esa imagen sobre la puerta? Es tan real la cara, que me asusto y me subo a la escalera y con cepillo y lavandina, a las 3 de la mañana, rasqueteo la pared. 

Seguir leyendo
Standard
Marcela Arza

Rosal esquelético

Abriste la ventana del living y todo se volvió de un naranja melancólico. Un instante de pasado, bajo mis Nikes verde fluorescente. Seguiste para las habitaciones del fondo. Abrías maderas que crujían, luces destellantes, en lo que había sido el Caserón de Caseros. Lo único que había, era el sillón de tres cuerpos cubierto con las frazadas de invierno. Las frazadas de invierno a cuadros en tonos verdes y azules. Las mismas de siempre.  Las usábamos tres meses y las guardábamos en el placard de arriba, como reliquias. Las lavábamos a mano, al sol de la mañana y las guardábamos dobladas y correctas. Las mismas frazadas de invierno de siempre.

Seguir leyendo
Standard